Es el momento de cosechar los frutos sembrados, el resultado de todos nuestros esfuerzos en el cultivo de hongos, se ven recompensados en este momento, aunque no hay que bajar la guardia.
Terminada la incubación, queremos sacar el mayor provecho, hemos que tener unas condiciones específicas ambientales, tenemos que hacer un seguimiento a las plagas que puedan llegar, y asegurarnos de cosechar en el momento indicado.
Si cosechamos muy pronto, nuestros hongos serán muy pequeños y poco abundantes, con insípido sabor, pero si cosechamos muy tarde nuestros hongos estarán muy maduros, ya habrán liberado todas las esporas y su peso será mucho menor, un hongo recogido muy maduro puede tener hasta una semana menos de vida útil, en el caso de las Orellanas esto puede ser muy malo, ya que las Orellanas de por sí cuentan con una vida útil corta de 2 semanas por mucho.
Reconquista, una segunda cosecha de hongos
Dos estructuras cumplen bien estas necesidades. El primero es el más simple. Mediante la construcción de un tipo de aro de efecto invernadero y cubriéndolo con un 70-80% de sombra o “bug-out” de tela, la humedad puede penetrar hasta el interior y el flujo de aire es naturalmente alto. Si la separación de los poros es lo suficientemente fina, como en las pantallas anti-insecto disponibles comercialmente, entonces las moscas no podrán entrar.
El propósito es generar un ambiente lo más natural posible, se ha observado que los hongos tienden a realizar un último esfuerzo de fructificación cuando están más cerca de la naturaleza, es importante que el sustrato haya sido preparado con ajo o rociado con este para evitar que las moscas pongan sus huevos en los frutos.