· Setas de Siecha
Reino Fungi: El Imperio Oculto de la Naturaleza
¿Animales o plantas? Descubre por qué los hongos son parientes más cercanos de los humanos que de las flores. Una inmersión en el clado Opisthokonta y la biología oculta.

Durante siglos, la ciencia cometió un error fundamental. Aristóteles los clasificó como plantas. Linneo, el padre de la taxonomía moderna, los mantuvo allí. No fue hasta 1969, con la propuesta de Robert Whittaker, que los hongos recibieron finalmente su carta de independencia: el Reino Fungi.
Pero la verdadera sorpresa llegó con la era de la genética moderna. Cuando los científicos secuenciaron el ADN de los hongos, descubrieron un parentesco inesperado. Nuestros libros de texto escolares mentían por omisión: los hongos no son plantas extrañas. Evolutivamente, son nuestros primos lejanos. Compartimos con ellos un ancestro común que nos separa radicalmente del reino vegetal.
Bienvenidos a la historia del Reino Fungi, el imperio oculto de organismos que construyeron el suelo sobre el que caminamos y que, silenciosamente, gobiernan los ciclos de la vida y la muerte en la Tierra.
Opisthokonta: ¿Por qué no son Plantas?
Para entender a un hongo, primero debes olvidar lo que sabes sobre botánica. Las diferencias son abismales:
- No hacen fotosíntesis: Las plantas son autótrofas; fabrican su comida con luz solar. Los hongos son heterótrofos, como nosotros. Deben encontrar su alimento, digerirlo y absorberlo.
- Paredes Celulares: Las plantas se mantienen erguidas gracias a la celulosa. Los hongos utilizan quitina, la misma sustancia resistente que forma el exoesqueleto de los insectos y crustáceos.
- Reserva de Energía: Las plantas almacenan energía como almidón. Los hongos, al igual que los animales (y los humanos), la almacenan como glucógeno.
Esta evidencia genética coloca a los hongos y a los animales en el mismo supergrupo biológico: los Opisthokonta. Cuando comes un champiñón, estás comiendo a un pariente evolutivo mucho más cercano que cualquier ensalada.
Los Arquitectos del Ecosistema
Si los hongos desaparecieran mañana, el mundo se ahogaría en sus propios residuos en cuestión de meses. Su rol ecológico principal es el de descomponedores primarios.
La naturaleza es un sistema de reciclaje perfecto, y los hongos son los operarios principales. Poseen un arsenal enzimático único capaz de romper la lignina, el polímero complejo que hace dura a la madera. Sin hongos, los bosques se convertirían en pilas interminables de troncos muertos, bloqueando el ciclo del carbono y asfixiando la nueva vida.
Pero no solo destruyen; también construyen. El 90% de las plantas terrestres dependen de una alianza subterránea con hongos llamada micorriza. Las hifas del hongo se conectan a las raíces de las plantas, extendiendo su alcance miles de veces. A cambio de azúcares producidos por la planta, el hongo le entrega agua, fósforo y nitrógeno que extrae del suelo, e incluso sirve como una red de comunicación (“Wood Wide Web”) que permite a los árboles alertarse mutuamente sobre plagas.
Una Diversidad Inimaginable
¿Cuántos hongos existen? Hasta hace poco, estimábamos alrededor de 1.5 millones de especies. Estudios recientes sugieren que la cifra podría ascender a 5 o 6 millones. De esa inmensidad, la ciencia apenas ha catalogado unas 150,000 especies. Conocemos menos del 5% del reino.
Esta diversidad abarca desde la Armillaria ostoyae, el organismo vivo más grande del planeta (un hongo en Oregón que cubre 9 km² y tiene miles de años), hasta las levaduras microscópicas (Saccharomyces cerevisiae) que han acompañado a la humanidad durante milenios, fermentando nuestro pan, vino y cerveza.
El Futuro es Fúngico
Hoy, el Reino Fungi está dejando de ser una nota al pie en la biología para convertirse en protagonista de la biotecnología. Estamos aprendiendo a usar el micelio para curar enfermedades mentales (psilocibina), para limpiar derrames de petróleo (micorremediación), para crear cuero vegano y materiales de construcción sostenibles, e incluso para desarrollar nuevos antibióticos que nos defiendan de superbacterias.
Estudiar el Reino Fungi no es solo biológica; es una lección de humildad. Nos recuerda que la vida más esencial a menudo es invisible a simple vista, trabajando incansablemente bajo nuestros pies.


