· Setas de Siecha
Micología: La Historia de una Ciencia Rebelde
Durante siglos, los hongos fueron los bastardos de la botánica. Descubre la historia de los científicos rebeldes que lucharon para darles su propio reino.

La historia de la micología es la historia de una incomodidad científica. Durante más de dos mil años, los naturalistas no supieron qué hacer con los hongos. No tenían raíces, no tenían flores, aparecían de la nada después de la lluvia y, a veces, brillaban en la oscuridad. Ante la duda, hicieron lo más fácil: los metieron en el cajón de las plantas “imperfectas”.
Esta es la crónica de cómo un grupo de observadores obsesivos rescató a los hongos del olvido y fundó una de las ciencias más vibrantes del siglo XXI.
1. La Era Oscura: Plantas sin Hojas
En la antigüedad, los hongos eran un misterio culinario, no científico. Los romanos sabían cuáles mataban (y los usaban políticamente) y cuáles se comían, pero su origen se atribuía a los rayos, a la putrefacción de la tierra o a las sombras de los dioses. Aristóteles y su discípulo Teofrasto los clasificaron tentativamente junto a las plantas, pero sin convicción.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, los herbarios los describían simplemente como “excrecencias de la tierra”. No se consideraban organismos con vida propia, sino subproductos del suelo mojado, una visión que persistió sorprendentemente hasta el siglo XVIII.
2. El Padre Fundador: Pier Antonio Micheli (1729)
El verdadero nacimiento de la micología tiene fecha y lugar: Florencia, 1729. Un botánico italiano llamado Pier Antonio Micheli hizo algo que nadie había hecho antes: puso el polvo de un hongo bajo un microscopio primitivo.
En su obra magna, Nova Plantarum Genera, Micheli describió por primera vez las esporas. Demostró experimentalmente que si tomaba ese “polvo” y lo sembraba en sustratos específicos, volvían a salir los mismos hongos. Fue un hallazgo revolucionario: los hongos no surgían por generación espontánea; tenían “semillas” (esporas) y padres. Eran seres vivos con un ciclo reproductivo. Aunque Micheli encendió la antorcha, el mundo tardó tiempo en prestarle atención.
3. El Gran Cisma: Heinrich Anton de Bary (1860)
Si Micheli descubrió las esporas, el alemán Heinrich Anton de Bary descubrió la verdadera naturaleza del hongo. Considerado el padre de la micología moderna y la fitopatología, de Bary estudió los mohos mucilaginosos y las royas que atacaban los cultivos.
Su conclusión fue herejía pura: afirmó que los hongos no solo no eran plantas, sino que en muchos aspectos (como su forma de alimentación heterótrofa) estaban más cerca de los animales primitivos. Acuñó el término simbiosis para describir la relación entre hongos y algas en los líquenes, demostrando que la cooperación era una fuerza evolutiva tan poderosa como la competencia. Fue el primero en sugerir que los hongos merecían su propia categoría aparte.
4. La Revolución Moderna: Del Microscopio al ADN
El siglo XX trajo la validación final. En 1969, el ecólogo Robert Whittaker propuso el sistema de los Cinco Reinos, otorgando finalmente a los hongos su estatus de Reino Fungi, separado de Plantae y Animalia.
Hoy, la micología ha dejado de ser una ciencia descriptiva (de dibujar setas) para convertirse en una ciencia molecular. Usamos el ADN para rastrear redes subterráneas colosales, estudiamos su capacidad para degradar plásticos y buscamos en sus metabolitos la cura para el cáncer. Los hongos han pasado de ser los “bastardos de la botánica” a ser los protagonistas de la biotecnología del futuro.


